- Julio M. Shiling
Biden reforzó sus credenciales con los socialistas internacionales que, con sus disfraces verdes, se esfuerzan por hacer el mundo más marxista-hospitalario.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), una institución establecida con el propósito idílico de rediseñar el mundo, se ha desviado completamente de la declaración de su carta fundacional y de su propósito rector. Hoy es un corralito para los regímenes malvados más notorios del mundo, donde sus ejércitos de inteligencia construyen redes para destruir las sociedades libres. Desde la aprobación de la resolución sobre la Guerra de Corea en 1950 (Resolución 83 del Consejo de Seguridad de la ONU), la verdad es que todo ha ido moralmente cuesta abajo para este cuerpo burocrático y globalista. El presidente Biden fue una figura muy adecuada para el lugar de celebración. El discurso de treinta y tres minutos que pronunció el martes 21 de septiembre fue un acto de postración.
Aunque estos encuentros no tienen ninguna utilidad para los gobiernos republicanos soberanos, dada la falsa equivalencia que se hace con las dictaduras y la transferencia ilegítima de poder de los gobiernos elegidos a unas élites no elegidas, a los líderes mundiales les gusta mostrar sus sistemas de creencias al más puro estilo de campaña. Biden señaló la pandemia del Covid-19 y el cambio climático como los mayores retos del mundo. “Como comunidad global”, dijo, “nos enfrentamos a crisis urgentes e inminentes en las que se esconden enormes oportunidades si –si– podemos reunir la voluntad y la resolución para aprovecharlas”.
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