El veneno que es la política de identidad.
Francis Key Scott, autor del poema utilizado como letra del himno nacional de los Estados Unidos, “La bandera de las estrellas” (The Star-Spangled Banner), se horrorizaría al escuchar cómo esta canción patriótica que describe el éxito de los Estados Unidos durante la Batalla de Baltimore en la Guerra de 1812, fue degradada recientemente en el capitolio del estado de Michigan antes de los procedimientos del Colegio Electoral.
El himno como política de identidad
El Senado del estado de Michigan consideró apropiado tocar, tanto el himno nacional del país como el Himno Nacional Negro: “Levanta todas las voces“. La noción de equiparar estos dos himnos afrenta a muchos principios, sobre todo la doctrina de la igualdad.
Un precio tan grande como fue una guerra civil brutal para terminar con la esclavitud y defender los derechos naturales de todos los ciudadanos, la aprobación de las Enmiendas de Reconstrucción (13, 14, 15) de la Constitución en los cinco años siguientes (1865-1870) para solidificar la emancipación y la aprobación fundamental de la legislación seminal de derechos civiles para mejorar las imperfecciones cien años más tarde (1964), todo apuntaba a una cosa: el intento continuo de construir una sociedad libre irrelevante del color de la piel de la persona.
Lo que se presenció el lunes 14 de diciembre en Michigan, apunta exactamente en la otra dirección. Lo que vimos fue la promoción, de hecho, de la desigualdad y la supremacía negra. Sin embargo, hay un impacto mucho más venenoso que este incidente aparentemente inofensivo.
El estado de Michigan no ha sido el único en unirse a esta tendencia. La Liga Nacional de Fútbol Estadounidense (NFL), desde que comenzó la temporada, se ha propuesto tocar el llamado, coloquialmente, himno nacional negro al comienzo de sus juegos. Esto ha llevado a muchos sugerir, y con razón, que esto es contraproducente para los desafíos de la lucha contra los prejuicios raciales. El senador de Texas Ted Cruz llamó a esta decisión de la NFL como “asinina“, añadiendo que es una que profundiza las divisiones raciales.
La idea de organizar la sociedad en el contexto de grupos de entidades colectivas unidas por clasificaciones como la ideología, la religión, el sexo, las afiliaciones de género percibidas por uno mismo, la clase, entre otras, y todas las propuestas de remedios subjetivos que buscan “justicia” para sus nociones de la victimización, envenenan la idea misma de un pacto social en una democracia.
Esta actividad formula una conciencia que hace una realidad paralela en la que una persona no es lo que es entendido como un individuo, parte de una familia y una comunidad que es un componente de una sociedad que existe dentro de una nación. No, los méritos y pecados individuales son encubiertos y en su lugar la persona se encarna como parte de un todo orgánico.
El enfoque comunitario de las sociedades plurales es inofensivo, ya que se limita a la esfera privada, como las asociaciones comerciales, los grupos eclesiásticos, los clubes sociales o las organizaciones no gubernamentales. La gran diferencia entre las políticas de identidad y un enfoque comunitario es que el primero está impulsado ideológicamente y el otro simplemente explica las manifestaciones humanas dentro del orden existente. La política de identidad es inherentemente radical y apocalíptica. Su raison d’être busca innatamente la deconstrucción integral del sistema operante. Es una manifestación de una visión subversiva y revolucionaria del mundo.
Epistemológicamente, la política de identidad se basa en el marxismo, específicamente en la teoría crítica. Se puede decir que la política de identidad es su efecto directo, que busca perder la palabrería académica, pero no su sustancia ideológica. La premisa subyacente del marxismo de un conflicto social constante, en este caso, explicado en la esfera cultural, sitúa la tarea de tocar un himno nacional negro, no como una celebración del orgullo afroamericano, sino más bien como un movimiento interior contra el “privilegio blanco” en su guerra por el poder político. Es totalmente coherente con la Teoría Crítica, en este caso, la Teoría Crítica de la Raza. Es un llamado a las armas contra los opresores percibidos.
Si la tarea es minimizar los prejuicios raciales y aliviar las estadísticas descorazonadoras de la pobreza, los ingresos, las familias sin padre y el crimen dentro de las comunidades negras estadounidenses, el enfoque debe cambiar. Las políticas estatistas han empobrecido a los negros y el avance de la agenda marxista de la Teoría Crítica de la Raza sólo exacerbará las divisiones sociales y fomentará la desigualdad y la intolerancia. Una nación sólo tiene un himno nacional. En el caso de los EE.UU., es “La bandera de las estrellas” y éste pertenece a todos.
🖋️Autor Julio M. Shiling
🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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