Los marxistas manipulan los derechos humanos en las Naciones Unidas.
Las estrategias neomarxistas se alimentan de interpretaciones “identarias” de los “derechos”. Esto conspira contra la esencia de una democracia.
El 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos. En este día de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Declaración). Este documento histórico, a través de sus 30 artículos, pretendía establecer un “estándar común de logros para todos los pueblos y todas las naciones”. Este objetivo no se ha cumplido. En gran medida, este deshecho se ha producido por la culpa de la propia institución que patrocinó esta virtuosa Declaración, las Naciones Unidas (ONU). Los derechos humanos, si han de significar algo, deben ser salvaguardados y mantener su credibilidad. He aquí algunos puntos destacados del problema.
La ONU está manipulada por regímenes antidemocráticos
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU (Consejo) es un ejemplo de ello. Este órgano institucional es el responsable principal de la supervisión de los derechos humanos en el mundo. Sin embargo, está saturado por los violadores más notorios del mundo de estos preceptos básicos. China, Cuba, Rusia, Bolivia, Pakistán y Uzbekistán forman parte, actualmente, del Consejo. Todos estos regímenes son culpables de atroces actos de terror, algunos en mayor proporción, pero todos incompatibles con la Declaración.
La naturaleza pseudo “democrática” de la composición de la ONU, que desnaturaliza la esencia de lo que es una democracia, establece falsas equivalencias. La idea de que los Estados democráticos funcionales pueden convivir con tiranías bárbaras sirve para socavar los objetivos y los fundamentos morales de la Declaración. Después de la resolución de intervenir en Corea para detener el ataque del comunismo en la península en 1950, todo ha sido cuesta abajo para la ONU.
La insensatez posterior a la Segunda Guerra Mundial de que, de alguna manera, mediante las negociaciones y el comercio mundial se puede conseguir que los regímenes liberticidas sean decentes es absurda. Si la ONU hubiera existido en tiempos de Hitler, al dictador nacionalsocialista le habría encantado y habría intentado controlarla, al igual que sus otros hermanos socialistas.
La división generacional de los “derechos humanos” oscurece su propósito
Los 30 artículos de la Declaración se dividen en contenidos “generacionales”. Los derechos políticos y civiles se consideran de la primera generación. Se centran en las libertades políticas y civiles. Al situar la libertad como el factor más importante, los derechos humanos de este grupo son una versión secularizada de los derechos naturales. Este es el principio fundacional de la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776) y la Carta de Derechos (1791) y la Declaración de los Derechos del Hombre de Francia (1789). Los artículos 3 a 21 de la Declaración de la ONU pertenecen a la primera generación. Es en la segunda y tercera generación de derechos humanos donde comienza la confusión y se presta a la manipulación de los regímenes socialistas e islamistas.
Los artículos 23 a 27 tratan de los derechos socioeconómicos. Este grupo de segunda generación hace hincapié en las normas abstractas de las “necesidades básicas”, como la asistencia sanitaria y los mínimos nutricionales, y en las consideraciones económicas, como los salarios “justos” y los estándares de vida. El problema general de incluir nociones de factores socioeconómicos en el ámbito de los derechos humanos es que confunde las nociones de libertad y anula el principio de autogobierno y soberanía nacional.
En un sistema republicano en el que la sociedad elige libremente a un gobierno, los elegidos son responsables de aplicar políticas para satisfacer esas “necesidades básicas” y elevar el nivel de vida trazando los rumbos económicos que se consideran más adecuados. Si los políticos no consiguen resultados, en una sociedad libre, los gobernados pueden cambiar a los gobernantes. Por tanto, la primacía reside en defender los espacios libres en el ámbito político y civil por encima de todo. La mejor forma de proteger los derechos humanos en general, incluso los socioeconómicos, es haciendo hincapié en los derechos políticos y civiles. Los regímenes comunistas cometen atrocidades contra los derechos humanos y se esconden tras el escudo que a menudo les proporcionan estos derechos de segunda generación.
Las clasificaciones de tercera generación se sitúan en el ámbito de los derechos basados en la clase y el grupo de identidad. Aquí se generan amplios asaltos a la libertad y la igualdad ante la ley. Si un grupo o clase particular, para lograr la “equidad”, exigiera un favoritismo legal, entonces la igualdad ante la ley queda anulada. Las estrategias neomarxistas se alimentan de interpretaciones “identarias” de los “derechos”. Esto conspira contra la esencia de una democracia. Los derechos humanos deben centrarse en lo que es su objetivo principal. Es decir, defender la libertad y la igualdad ante la ley. Todas las demás nociones de “derechos” se otorgan a partir de éstas.
© Patria de Martí. Todos los derechos reservados. Publicado originalmente en © El American.
🖋️Autor Julio M. Shiling
🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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