¿Por qué celebramos el Día de Colón?.
Los defensores de una república libre, aquí en los Estados Unidos y en toda América, deben apreciar la obra del “Gran Almirante del Océano” y desafiar la guerra sucia contra él.
El 12 de octubre de 1492, un explorador italiano al servicio de España, descubrió el continente americano. La hazaña que logró Cristóbal Colón fue monumental y su legado aun más. Hasta 1971, cuando se cambió la celebración de la fiesta al segundo lunes de octubre en Estados Unidos, la celebración del descubrimiento del Nuevo Mundo fue constante en la mayor parte del hemisferio occidental. Los enemigos y otros odiadores del cristianismo, la civilización occidental, el Gobierno republicano y las sociedades libres han convertido en una misión, desde finales de la década de 1980, el asesinato de persona del gran navegante genovés ¿Por qué, quién y para qué?
Nombrado Almirante de la Mar Océana por los Reyes de España, Fernando e Isabel, los Reyes Católicos de Aragón, Castilla y León, Colón hablaba castellano, latín y portugués, además de su dialecto nativo, el ligur (de la entonces República de Génova). Autodidacta en gran medida, el gran explorador dominaba los estudios de geografía, astronomía e historia. Cuando Colón desembarcó en lo que hoy es una isla de las Bahamas a la que llamó San Salvador en aquel primero de sus cuatro viajes, se formó un Nuevo Mundo literal.
Si Cristóbal Colón viviera hoy y pudiera encontrar un tribunal imparcial y autónomo en el que demandar a los malhechores que le han difamado y calumniado a él y a su legado, sin duda tendría un caso muy sólido. Gran parte de la guerra contra él, en realidad, ha ido dirigida contra la colonización europea del hemisferio occidental en general y las conquistas ibéricas en particular. La premisa que subyace a esta guerra moral revisionista está supeditada a una interpretación estática y selectiva de la historia y de los hechos del mundo precolombino.
Toda la historia y todas las civilizaciones, las existentes y las desaparecidas, transmiten un flujo constante de cambios de paradigma que se han manifestado a través de guerras tribales. Los sami, por ejemplo, un pueblo indígena del norte de Europa cuya cultura se remonta a unos 6,000 años en una gran parte de lo que hoy se llama Escandinavia y Rusia, donde dominaron la zona durante un período de tiempo, se marchitaron como fuerza gobernante a medida que las tribus competidoras tomaban el control territorial. Este fenómeno se ha repetido a lo largo de la historia. Fue precisamente la civilización que el cristianismo y los valores judeocristianos introdujeron, con los conceptos políticos de los estados nación y las fórmulas de autogobierno popular que vinieron con ellos, lo que puso fin al anarquismo tribal.
La esclavitud ha sido otra herramienta utilizada para confundir el proceso de pensamiento con fines de imposición ideológica. También en este caso, como en los casos anteriormente mencionados de algunas tribus y/o civilizaciones que dominan a otras, se han manipulado los hechos históricos para presentar una imagen falsa. La esclavitud no fue inventada por los hombres blancos y cristianos. Desde el antiguo Egipto y Mesopotamia hasta China, pasando por la Grecia y la Roma clásicas, los reinos de África Central, los grandes imperios de los mayas y los aztecas, los árabes musulmanes, el subcontinente indio y el imperio turco otomano tenían sistemas sociales y económicos de esclavitud anteriores a la llegada de Colón y otros colonizadores europeos posteriores a las Américas. Las tribus indias de América del Norte también tenían instituciones de esclavitud como parte de su realidad bélica tribal.
Fueron los hombres y mujeres cristianos blancos quienes encabezaron el esfuerzo en las Américas para acabar con la esclavitud. El padre Bartolomé de las Casas, en la América hispana, y los cuáqueros y metodistas británicos, en América del Norte, expusieron sus argumentos antiesclavistas basándose en los fundamentos bíblicos y en la comprensión de la Ley Natural. A Colón se le han atribuido muchas razones para sus viajes. La promoción del cristianismo es bastante sólida. El Libro de las Profecías (1505), uno de sus libros, se basa en pasajes bíblicos, y correlaciona sus experiencias en los viajes al Nuevo Mundo dentro de una noción de escatología cristiana. En otras palabras, la promoción de una cosmovisión judeocristiana era claramente uno de sus objetivos.
Entonces, ¿quién podría querer que se borrara y/o deshonrara a Colón? No debería sorprender a nadie. El dogma de la Teoría Crítica de los teólogos paganos neomarxistas de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Benjamin, Fromm y Marcuse) fusionado con la Hegemonía Cultural de Antonio Gramsci y la Teoría de la Reificación de Georg Lukács, produjeron las campañas académicas universitarias de adoctrinamiento de los estudios de agravio de los años ‘80 de la Teoría Crítica Postcolonial, Teoría Crítica Feminista, Teoría Crítica Jurídica y Teoría Crítica de la Raza (entre otras), en las que se atacaba a la civilización occidental, al cristianismo, a la familia nuclear y a los consiguientes conceptos políticos como el Estado de derecho y la forma de Gobierno republicana. La misión del marxismo cultural no era enmendar y mejorar, sino desalojar totalmente y sustituir sistemáticamente. Colón era un objetivo natural.
1492 fue, sin duda, un año de cambio histórico. La izquierda, mayoritariamente atea (o laicista radical) y totalmente socialista, lleva más de 30 años en esta senda de guerra para controlar el modo de producción cultural. La revuelta marxista del verano de 2020 en las ciudades de Estados Unidos revigorizó su ataque a figuras prototípicas como Colón. Por lo tanto, los defensores de una república libre, aquí en los Estados Unidos y en toda América, deben apreciar la obra del “Gran Almirante del Océano” y desafiar la guerra sucia contra él.
© Patria de Martí. Todos los derechos reservados. Publicado originalmente en © El American.
🖋️Autor Julio M. Shiling
🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
📚Libros publicados 📺En los medios de comunicaciones 👨🏫 Conferencias y Simposios 🎙️Podcast El sumario de Shiling