Literatura, La Historia y "Otra Vez Adiós" de Carlos A. Montaner.
La literatura tiene muchas funciones. Su capacidad de entretener y culturizar es un aspecto que no toca a fondo su dimensión. Desde siempre, las ciencias sociales y las humanidades vieron la potencialidad de su alcance atenuarse sin la asistencia del escritor. A Sócrates no sólo lo conocemos por medio de la pluma literaria de su brillante estudiante, Platón. La obra platónica, consistente en un formato epistolario y una serie de diálogos donde su protagonista principal fue Sócrates, repercutió seminalmente y con permanencia en los campos de la filosofía, la pedagogía, la ciencia política, la psicología, la ética y la epistemología, para nombrar sólo algunas de las disciplinas académicas impactadas.
La historia, al igual que los otros campos de estudios mencionados, expuesta con la crudeza de constituir simple datos y hechos recopilados dentro de un marco académico, le pudiera prestar a la imaginativa una cierta esterilidad. La historiografía no-marxista resultó un mecanismo útil para intentar pulir y presentar la historia de una forma más completa y relevante. Excluimos de cualquier consideración respetable la historiografía de extracción marxista (o de cualquier otro modelo totalitario), por constituir un antítesis a esta rama de estudio. La absoluta e inseparable dependencia del marxismo, con su fundamentación ideológica atada a la “historia” y un determinismo económico, convierte a la misma en un mero aparato propagandístico político, más bien sirviendo de mecanismo para falsificar la historia.
La narrativa histórica (o la novela histórica) como género literario ha formulado una oportunidad para propiciarle a la historia un escenario desde donde lo que ocurrió se pueda ver y apreciar mejor. El periodo romántico dentro del siglo XIX, vio cómo proliferó la novela histórica como producto literario. Sir Walter Scott, con la presentación en 1814 de Waverley, le abrió las puertas al mundo para que conocieran los levantamientos jacobitos en las islas británicas, particularmente el de 1745, y concretó la noción moderna de la ficción histórica. Este acontecimiento bélico-cultural, que consistió en guerras entre los ingleses y los escoceses sobre el retorno del catolicismo a la monarquía, en gran medida, fue exteriorizado popularmente por medio de esta novela pionera en su género. Charles Dickens desplegó una crítica social a través de la literatura, que se escucha aún hoy en día. En su Historia de dos ciudades (1859), que presenta a Londres y París antes y durante la Revolución Francesa, Dickens logró pintar un cuadro que, a pesar de que esta novela histórica está cargada de determinados prejuicios políticos, no dejó de ser una contribución al entendimiento de ese periodo y su impacto social. Más próximo a nuestros tiempos, el rostro horrendo de la cotidianidad de vivir en el comunismo, fue facilitado por un médico y poeta llamado Yuri Andreievich Zhivago, el protagonista principal de esa inolvidable novela de 1957 que lleva su nombre, escrita por el premio nobel de literatura, Boris Pasternak.
La ficción basada en la historia, ofrece una oportunidad exquisita de presentar los hechos con un enfoque personalizado. Esto es algo que no está disponible al historiador, al politólogo, al sociólogo, al filósofo o al antropólogo, estrictamente hablando. La literatura permite el lujo de experimentar con el lenguaje y la imaginación, por medio de los protagonistas que llevan un nombre, reflejando caracteres y relatando experiencias. Esto en efecto concreta un rostro palpable y así por medio del desarrollo de la trama, establece una conexión con la mente (y el corazón) del recipiente que resulta superior a lo descifrado, frio y calculadamente, en las enseñanzas desnudas. El lector llega a conocer la historia, no desde un distante palco de información seca y estrictamente académica. Sino acentúa y resalta los hechos con los colores de los protagonistas de la narración que cogen vida en la imaginación del receptor. Esto trae la historia y lo ocurrido al presenta y deja un terreno más fértil para la concienciación.
En muchas maneras Carlos Alberto Montaner, con su nueva novela "Otra Vez Adiós" (Doral: Santillana USA, 2012, pp. 408) ha demostrado estar a la altura de los maestros de este género literario tan especializado. El prolífico escritor cubano no es nuevo en el mundo escrito del habla castellano. Se estima que sus artículos llenos de análisis políticos, económicos, sociales y filosóficos son leídos por aproximadamente seis millones de personas. Esto no es en balde. Lo cierto es que Montaner escribe brutalmente bien. Reúne una curiosa dosis de erudición académica, un humor refrescante, una capacitación para simplificar lo complejo, un dominio exquisito del idioma y las habilidades sociales de un gentleman. Pero bueno, esa combinación no garantiza necesariamente que va a producir un buen escritor de ficción. Ernest Hemingway (casualmente uno de los protagonistas en el libro) tenía un carácter complicado, lleno de contrariedades, asperezas y conflictos internos y fue un tremendo autor. Se puede aseverar, después de dar lectura a esta novela mencionada, que pese al predominio de la no-ficción dentro del arsenal de los veinticinco libros que ha producido Montaner, sus lectores no van a quedar defraudado. Todo lo contrario. Esta novela te envuelve sentimentalmente a la vez que instruye.
"Otra Vez Adiós" recoge las dos tragedias socio-políticas más sobresalientes del siglo XX: el nazi-fascismo y el comunismo, y relata el impacto que tuvieron estos acontecimientos trágicos en la vida de los personajes escogidos. Consecuentemente, se destacan los fenómenos de la persecución política, el fanatismo ideologizado, el exilio, la adaptación, el abandono, la traición, la hipocresía y la obligación de nunca olvidar. Encapsula el periodo de tiempo desde la década de 1930 hasta llegar al final de ese siglo. Existe una congruencia lineal en la forma de presentar el cuento. La obra, sin embargo, se expone en lo que pudiera ser tres novelas cortas. Austria, Cuba y los Estados Unidos forman el entorno para estos episodios respectivos. Un excelente pintor llamado David Benda es la constante que nos guía a través del curso de este espacio de tiempo convulsionado y lleno de aventuras, amores, sorpresas y dolores. Todo está construido con una pluma artística a la altura, estilísticamente, de escritores de la talla de E. L. Doctorow y F. Scott Fitzgerald.
Conteniendo su buena porción de héroes y malvados individualizados, "Otra Vez Adiós" hace, adicionalmente, un trabajo magnífico al exhibir particularidades del dominio totalitario, como del pueblo personalizado en una masa colectiva y convertida en hordas fanatizadas. Con marcada exactitud, el autor transmite el pulso de la “legalidad” despótica y la complicidad popular que “legitimaba” el surrealismo criminal. Montaner reproduce los actos de repudio, las sin razones de la “solución final”, responde la incógnita del por qué de la pasiva resistencia (“…la esperanza de salir con vida”), la barbarie innecesaria, la obligatoria huida hacia exilio, el infortunio calamitoso del barco Saint Louis, la posibilidad de hallar el “éxito” en tierra extraña y, sin embargo, no sentirse completo, el retorno y el arrepentimiento falso de los cómplices, el arribo repetitivo del oprobio político en la nueva segunda patria y el camino del destierro otra vez.
Esta novela es relatada con la participación de un elenco de interesantísimos personalidades que incluyen a Sigmund Freud, Ernest Hemingway, Fulgencio Batista y otros. Montaner logra tener al lector, a través de toda la trama, adivinando hasta la última página el desenlace final. El leedor queda totalmente enganchado con esta magnífica novela. El gran reto del escritor del género literario de la narración histórica, de lograr la exitosa transmisión de lo que aconteció en forma nítida y penetrante, se concretó plenamente en esta obra. Carlos Alberto Montaner ha logrado darle un aliento de oxígeno al entendimiento del precio humano que ha tenido (y sigue teniendo) la dictadura ideologizada en general, y el drama del nazismo en particular, vivido dentro de la piel de los judíos. Montaner merece un reconocimiento que enfatice sus habilidades geniales como novelista. De principio a fin, "Otra Vez Adiós" es una obra de arte.