El Paradigma Iraquí

El Paradigma Iraquí por Julio M. Shiling

Las elecciones van entrando en la recta final. La Guerra contra el Terror, particularmente en su componente Iraquí, se ha convertido en el tema más enfático de la contienda política.

Ningún presidente norteamericano había tenido que lidiar con un ataque directamente dirigido a civiles en su territorio. Este movimiento de masas violento tuvo como autor a una ideología radical y fue ejecutado por un ejército multinacional desuniformado que pretende la utópica premisa de imposición global. El Presidente Bush autorizó la implementación de una política de copioso alcance para neutralizar la esencia de ese enemigo: el islamismo radical.

La respuesta del Presidente George W. Bush fuera del territorio norteamericano a los ataques, ha sido la Doctrina Bush, una estrategia integradora que esta compuesta por cuatro principios: acción preventiva, patrocinar democratización, coaptación y un realineamiento ideológico. La primera actúa contra la amenaza antes de que se produzca un ataque; la segunda provee la proliferación democrática. Incorporar amigos cuestionables y enemigos antiguos en la lucha contra el terror es el tercero y el realineamiento ideológico por medio de la expansión democrática, exfoliaría del islamismo su arsénico fundamentalismo, es el cuarto. ¿Y ha logrado la Doctrina Bush sus objetivos?

No ha habido, desde el 11/9, ningún ataque masivo en territorio estadounidense. Esto no es una casualidad. Afganistán e Irak son libres y encaminados ha instaurar sistemas autóctonos democráticos. Esto es de extrema importancia, particularmente en el caso de Irak (tiene fronteras con 6 países musulmanes). El 75% de los terroristas de Al Qaeda han sido
neutralizados.

Los insurgentes suman entre 5,000 a 10,000. Esto representa menos del .04% de la población iraquí. Es más, la mitad no son ni siquiera iraquíes. Voluntarios para la policía iraquí, la Guardia Nacional y el ejército exceden la posibilidad de los norteamericanos para entrenarlos. Hoy hay más de 125,000 soldados iraquíes defendiendo su país. Elecciones libres (las primeras) tendrán lugar en enero.

El intento de desvincular a Hussein de los ataques del 11/9 tiene 3 fallas, e ignora la correlación de intento. El autor intelectual de los ataques a las Torres Gemelas en 1993 (el primer ataque) fue un oficial del servicio de inteligencia iraquí. Por años, la Irak de Hussein fue un santuario terrorista. Irak Baathista invadió a dos de sus vecinos, químicamente atacó a su pueblo y aceptó regirse por resoluciones de las Naciones Unidas, 18 en total, las cuales, todas, fueron violadas. Hoy, esclarecido el escándalo de corrupción de la ONU en su proyecto de "comida por petróleo", se puede comprender mejor la conducta apologista de la fallida política de contención.

El acopiamiento de información de inteligencia no es una ciencia exacta. Que un informe, considerado perfecto en un intervalo, se demuestre luego imperfecto no disminuye la legitimidad de una acción cuyas variables permanecen inmutables y apoyan la base para actuar. Al Qaeda es sólo un componente del islamismo radical. Su propósito común alineó el movimiento de Bin Laden con una gama de regímenes cuya congruidad de fines no desmienten la hipótesis que vincula una concordancia de los medios. ¿Para qué esperar a que un régimen notorio patrocinador del terrorismo alcance el mecanismo para que un agente dispuesto, llámese Al Qaeda, Hamas o cualquier otro grupo extremista islámico, aniquilen esta vez la ciudad entera de Nueva York? Irak es un campo de batalla mucho más preferible a Brooklyn o el Mall de Washington.

Ganarle la guerra al terrorismo y mantener las metas, a largo plazo, de promover la democratización, son cruciales para derrotar al islamismo radical. La institucionalización de la libertad causaría un alineamiento ideológico y así brotaría un paradigma seminal. Los incrédulos deben mirar hacia Japón y leer su historia. Agendas anti-guerra, pacifistas o izquierdistas, extrañamente amigables estos días con el fundamentalismo islámico, serían azarosa.

Es propio que, mientras los agresores que traman nuestra destrucción luchan por su sobrevivencia en Irak, nosotros, los votantes, atribuyamos el merecido enfoque que la Guerra contra el Terror merece, especialmente nuestro compromiso en Irak.