El Virtuoso Navegador

Julio92x93El Virtuoso Navegador por Julio M. Shiling

En EE. UU. febrero no es sólo del amor es el mes, también es el de los presidentes. En febrero cumplen años Washington (día 22), Lincoln (el 12) y Reagan (día 6). Tradicionalmente, en febrero se honra colectivamente al primer ejecutivo de la nación estadounidense reservándose un día para agasajar la importante institución. Si bien en una democracia funcional el respeto hacia el presidente es práctica loable. No dejaría de ser decoroso reservar el vasallaje más caluroso, para quienes con más decoro han servido a su Patria.

Como político sabio que era, Abraham Lincoln reiteró que su principal papel era "preservar la Unión". Sin embargo, su postura antiesclavista, enraizada moralmente, era bien conocida y sus enemigos la reiteraron insistentemente al electorado, como algo peligroso. El hecho de que "quería llevar el país a la guerra" formó parte de la diatriba electoral que causó que el más grande de los presidentes, adquiriera la presidencia trabajosamente. En su partido ganó en la tercer boleta. Obtuvo una minoría del voto popular, gracias a que la votación, convenientemente, se repartió entre cuatro candidatos. Su administración, rebosante de facciones, demostraba poca compatibilidad con los propósitos explícitos de ganarles a los insurrectos.

La Guerra Civil la iba perdiendo después de dos años adentrados en el conflicto que más vidas norteamericanas tomó. Sorpresivamente, en un campo insignificante en Pennsylvania llamado Gettysburg, el ejército pro esclavismo, olfateando ya la capital (Washington), sufrió la derrota que cambió el rumbo de la conflagración. Permutó su fatídica oficialidad militar y anunció dentro de su gabinete una votación secreta para decidir sobre si aclamar, formalmente, la libertad de los esclavos a través del territorio nacional. La votación rindió sólo un voto a favor de tan audaz decreto. El voto afirmativo fue el de Lincoln. La Proclamación de Emancipación fue firmada. La esclavitud fue abolida, la guerra ganada y la nación preservada.

Después de 115 años, la ciudadanía norteamericana le otorgó las riendas presidenciales a un ex izquierdista, actor, sindicalista, empresario y gobernador llamado Ronald Reagan. Justo a tiempo. El comunismo internacional llevaba una fenomenal racha subvirtiendo el planeta. Sólo entre 1974 y 1980, nueve países cayeron. La Doctrina Truman y su principio defensivo, estaban demostrando su insuficiencia. Reagan implementó su propia tesis doctrinal. El "imperio del mal" pasó a ser combatido, no meramente contenido. "Guerrerista" fue apodado por los aludidos.

Con tres Directivas de Decisiones de Seguridad Nacional (NSDD Nos. 32, 66, 75), la Doctrina Reagan quedó codificada. Su implementación materializó la implosión del comunismo soviético y sus colonias europeas. Además, causó un realineamiento ideológico en el ámbito político internacional, donde la importancia del mercado libre, la propiedad privada y los gobiernos limitados han quedado cementadas. Que el infame Muro de Berlín se haya desmoronado, sin embargo, no quiso decir que el veneno de ideologías radicales haya mermado su toxicidad.

La ira despiadada del islamismo radical, marcó su más abominable acción cuando otro amante de sombreros vaqueros ocupaba la Casa Blanca. Cosas se esperaban de George W. Bush cuando fue elegido en medio de la controversia de boletas caídas y un acertado Tribunal Supremo. Pero nada comparado con todo lo que ha logrado bajo su reloj presidencial. Hoy, a pesar de las salvajes críticas, parece increíble que este tejano haya podido superar exitosamente una heredada recesión, un feroz ataque extranjero, liderado una guerra (Guerra Contra el Terror) con múltiples frentes, promovido la democratización doctrinal y, literal y simultáneamente, producir una de las más impresionantes economías de la historia. Aunque ningún otro ataque monstruoso se ha repetido ni una sola vez, los que profanamente reprochan a Bush jamás vincularán la empírica causa y efecto de las medidas tomadas por él.

Algunos políticos creen que el papel del primer ejecutivo de una nación es representar el "sentimiento" del electorado. Otros consideran que el ser "líder" requiere "liderar", no "seguir". Y esto, invariablemente, obliga la adopción de posturas "in-populares". Pero la presidencia no debe ser un concurso de popularidad. Las impetuosas mareas de la incomprensión y mezquindad al navegador virtuoso con brújula buena, no debe detener su paso.

Lincoln, Reagan y Bush II, todos, enfrentaron oprobiosas amenazas a la seguridad nacional. Las amonestaciones electorales nunca lograron que el pulso se debilitara al poner la firma capacitando acciones "polémicas" tal vez, pero imprescindiblemente necesarias, para preservar la libertad. Los que creemos en la Divina Providencia no nos cabe duda del exquisito valor de llevar a Dios como brújula. También conocemos de la lucha entre el bien y el mal. Gracias al Todopoderoso que estos hombres reconocieron igualmente esa lucha al tenerla delante. Gracias también porque aguardaban esa, la más valiosa de las brújulas, y que no escatimaron enfrentarse al malvado enemigo.

La historia ha desmostado que Lincoln y Reagan tuvieron la razón. Lo mismo hará con Bush II. ¿Y de sus detractores? Bueno, a ellos nadie los recuerda.